martes, 16 de septiembre de 2008

Claves para el análisis de "Violeta: al centro de la injusticia"



Sesión 7.

Invitados: Rodrigo Pérez, Claudia Vicuña y Francisca Márquez.

Sobre el montaje:
“Violeta: al centro de la injusticia”
es un montaje dirigido por Rodrigo Pérez estrenado en julio pasado en la carpa Circo del Mundo que ha cumplido funciones populares y que se encuentra actualmente en cartelera en la sala La Memoria.
La puesta se estructura como una cantata que entrelaza composiciones y décimas de Violeta Parra y se ordena en torno al libro “Violeta se va a los cielos”, de Ángel Parra.
El diseño de arte de Rodrigo Bazaes enmarca la acción sobre un escenario delimitado por coloridas ampolletas y cortinas, al modo de una pista de circo.
El elenco que forman intérpretes de teatro y danza (Francisca Márquez, Marcela Millie, Claudia Vicuña, Sebastián de la Cuesta, José Olavarría y Nicolás Poblete/Ernesto Orellana) entran y salen de escena apropiándose del repertorio de la cantautora y, por esa vía, de los motivos que están a la base de su obra, como el descontento social, el desamor y el devenir de las clases populares en Chile.
La ejecución a capela del cancionero de la artista se lleva a cabo en solitario o en grupo respetando la métrica de las décimas.
En algunos pasajes, los versos se convierten en material para breves monólogos y en las líneas de las historias de amor trunco o de los reclamos enrabiados frente a la injusta distribución de los recursos. También se escuchan registros de la propia cantautora y piezas compuestas por Ángel Parra.
Además de revisar algunos pasajes de la biografía de la artista, el espectáculo recupera aristas de su discurso que han quedado eclipsadas por las composiciones más conocidas.
Pese a tener una data de más de tres décadas, se trata de una mirada particularmente actual sobre los conflictos endémicos de la sociedad chilena que se abordan sin eufemismos ni idealizaciones.
La dirección trabaja a partir de composiciones coreográficas que guían los desplazamientos del grupo. Entre ellos se incluyen distintas variantes de una cueca acompasada, códigos pertenecientes a la danza contemporánea, una festiva rutina circense y la recurrente cita al oficio del bordado al que se abocó Parra.
Arropados con usanzas de ciudadanos comunes, los intérpretes pueden ser vistos como paseantes anónimos que redescubren, revitalizan o despercuden el verbo de la compositora, estableciendo dinámicas de seducción y complicidad o volviendo obsesivamente a preocuparse de que la pista esté inmaculada, mientras las mujeres del elenco intercambian un vestido que parece representar a la artista.
A tono con los versos, el montaje retrata una chilenidad dolorosamente festiva y una poética ligada profundamente con el mundo popular.

Sobre Violeta Parra:
Violeta Parra nació en San Carlos, en la Región de Chillán, al sur de Chile, el 4 de octubre de 1917. Su padre era profesor de música y su madre, cantora popular. Tuvo nueve hermanos con quienes vivió la infancia en el campo (entre ellos, Nicanor y Roberto Parra).
Sus biógrafos resaltan que a los doce compuso las primeras canciones por influencia familiar y que en una primera etapa se abocó a los boleros, los corridos y las tonadas, trabajando en circos, bares, quintas de recreo y pequeñas salas de barrio.
Se casó en dos oportunidades y en su etapa de madurez se dedicó a recorrer zonas rurales grabando y recopilando música folklórica y valorando la poesía y el canto popular. A partir de entonces adopta el guitarrón y se especializa en la composición en décimas, mientras su discurso se contrapone a las visiones estereotipadas de América Latina y se inclina de manera pionera por la denuncia social.
Su labor se extiende también a otros oficios, como la pintura, la escultura, la cerámica y el bordado de arpilleras.
A mediados de los ’50 fue invitada a Europa del Este (Polonia, Unión Soviética) y termina grabando en París sus primeros discos. Vuelve a Francia a comienzos de los ’60 y expone sus arpilleras en una de las salas del Louvre.
Al regresar a Chile trabaja con sus hijos en la peña de calle Carmen e inaugura en La Reina un Centro de Arte en una carpa.
Se suicida en febrero de 1967 y se especula que uno los motivos fue el desamor.
Vista en perspectiva, su obra debió sortear con los prejuicios en torno a las voces femeninas que se levantaban en una sociedad en que predominaba el poder masculino.

Sobre Rodrigo Pérez:
Rodrigo Pérez es actor, profesor y director de teatro. Ha participado en la compañía La Memoria, de Alfredo Castro, y Teatro de Fin de Siglo, de Ramón Griffero.
Como director ha venido patentando en los últimos años un lenguaje escénico que privilegia el trabajo con materiales de distinta naturaleza que son puestos en tensión en escena en el cuerpo de los actores.
Su compañía Teatro La Provincia ha estrenado “Provincia Señalada”, "Provincia Kapital" (versión de "Auge y caída de la ciudad de Mahagonny", de B. Brecht), la trilogía La Patria (que integraron “Cuerpo”, “Madre” y “Padre”), una nueva versión de “Las brutas”, de Juan Radrigán, y recientemente “Violeta”.

Extracto de “Al centro de la injusticia”, de Violeta Parra:
“Pa’ no sentir la aguja de este dolor
en la noche estrellada dejo mi voz.
Linda se ve la patria señor turista,
pero no le han mostrado las callampitas.
Mientras gastan millones en un momento,
de hambre se muere gente que es un portento.
Mucho dinero en parques municipales
y la miseria en grande en los hospitales.
Al medio de Alameda de las Delicias,
Chile limita al centro de la injusticia”.

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